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Sobre el pesimismo de la izquierda

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Opinión

Sobre el pesimismo de la izquierda

"La realidad es que el retroceso del apoyo electoral de la última década de las fuerzas políticas de izquierda ha sido devastador", escribe Eros Labara

Foto: CHARLES HOPE / Licencia CC BY-NC-SA 2.0 DEED
Eros Labara
11 abril 2024 Una lectura de 7 minutos
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Alguien dijo alguna vez esa manida frase de que la política es el arte de lo posible. Sin duda, se trata de un alegato contra el nihilismo y la desazón, una puerta siempre abierta que, a través de las herramientas políticas, nos invita y habilita a cambiar lo existente. La política, en definitiva, es un conflicto permanente que se da en el día a día de nuestra vida social y que versa sobre la orientación de las explicaciones que nos damos a nosotros mismos acerca de aquellas realidades pasadas que dotan de sentido a las del presente, pero cuyo fin no es otro que el de moldear y anticiparse a aquellas realidades todavía por venir, las que contienen anhelos y cuyo sentimiento tratamos de disputar por medio del discurso. 

En la política, de hecho, las realidades se convierten en hechos volubles y cambiantes en tanto que su sentido se ve continuamente afectado por la distancia de la perspectiva que brinda el tiempo. Las herramientas políticas nos dotan de una mediación cultural discursiva perenne que convierte en finitas las hegemonías y añade o expande los límites del poder existente para conformar explicaciones de esas nuevas realidades que se aplican en la cotidianidad de nuestras relaciones sociales y que acaban por afectar a las posibilidades y deseos insertados en el presente y también, en definitiva, a las aspiraciones de aquellas realidades futuras.

Vivimos tiempos ciertamente extraños y desesperanzadores. El sistema capitalista sigue en su avance devorador de recursos y oímos en la lejanía como se avecina el resonar de antiguos tambores de guerra. A pesar de las duras lecciones del siglo pasado, la amnésica política parece volver a inclinar la balanza hacia posiciones beligerantes y reaccionarias en un nuevo intento del capitalismo para tratar de resetear sus oxidados mecanismos de acumulación. En este difícil contexto, las posiciones emancipadoras de izquierdas se encuentran hundidas moralmente y, por qué negarlo, también políticamente. 

El mes pasado, una intervención del brillante Bob Pop en el programa de Hoy por Hoy de la Cadena Ser trajo cierto revuelo ya que ponía palabras a un extendido sentimiento de derrota en la izquierda y a esa sensación de frustración para vencer al sistema que Mark Fisher excelsamente analizó y denominó como «realismo capitalista».

? Primera verdad dolorosa de @BobPopVeTV: “La izquierda ha fracasado: no haremos la revolución, como mucho, pondremos parches, pero es imposible cambiar el sistema”https://t.co/YJITmPRqfH pic.twitter.com/BbHNJ9RhhJ

— Hoy por Hoy (@HoyPorHoy) March 4, 2024

Es entendible que estas palabras generen un innato rechazo en todos aquellos que todavía creen que otro mundo es posible. Todo aquel que crea en la política como herramienta del cambio, no puede ciertamente compartir el totalitario mantra tatcheriano de «There is no alternative» que alberga el determinismo de la reflexión. Creo que a muchos les resultará imposible renunciar a dar la batalla por cambiar el sistema, desde los espacios más humildes a los que uno pueda llegar, ya sea por convencimiento ideológico o por pura y simple humanidad. Cualquier lucha resulta infinitamente más útil que asumir la presunción de que estamos destinados a vivir en un modelo desigual que produce violencia y destrucción de manera sistemática. 

Me niego al realismo capitalista y creo que Bob Pop, más allá de las interpretaciones libres de su intervención, reproduce esa negación en tanto que su reflexión remueve conciencias y, en el fondo, da un certero golpe de atención sobre una realidad manifiesta en la izquierda: la sensación común de derrotismo histórico y nuestra incapacidad de imaginar futuros mejores alternativos que sean, además, políticamente viables. 

La construcción política del discurso que conforma hegemonías es aquella que, en esencia, reproduce imaginarios y dota de significación a la realidad que nos rodea y, si bien la invitación al debate se da bajo la negación determinista del mismo, creo que señalar esa realidad existente es, en efecto, una verdad incómoda que invita veladamente a la movilización política y a multiplicar nuestros esfuerzos por construir políticamente el sentido del discurso que nos permita tomar de nuevo la ofensiva. Desde una posición a la defensiva no existe victoria posible. O se resiste o se pierde, pero en ningún caso se gana. Sin ofensiva y sin horizontes utópicos, es decir, sin esperanzas, iremos cayendo poco a poco en esa incapacidad total que, tal y como advierte Bob Pop, adolecen las fuerzas emancipadoras para articular una respuesta factible a los grandes retos del futuro. El cometido no será otro que poner tiritas y parches, sin poder curar la enfermedad que produce las heridas. Con políticas a la defensiva tal vez estemos predestinados, como dice la Canción total de Maria Arnal i Marcel Bagés, al miedo ensordecedor, a la socialdemocracia y su tibieza. 

Lo que queda de lo que una vez fue un masivo movimiento obrero en fuerzas políticas de izquierda se reduce a resquicios que, casi en exclusiva predican para cada vez menos conversos y rememoran inanes las gestas de una época que no volverá. El eco como conversación. Hiela las esperanzas de cualquiera. En el mejor de los casos y, con no poco esfuerzo, hay quienes tratan de asimilar la coyuntura política de época sin más ánimo que el de, al menos, no retroceder. A veces parece como si intentaran vaciar el mar con un cubo de plástico rasgado por debajo y, lo peor de todo es que no queda del todo claro si lo hacen así por dar cierto revestimiento de lucha a un gesto de mera resignación o si, por el contrario, realmente hay quienes desbordados por las circunstancias históricas y sin un mapa de rutas actualizado se encuentran desnortados sin saber qué más hacer en otro claro síntoma de derrota consumada. 

Bob Pop tiene razón: por el momento existe una notable falta de músculo social que habilite los espacios y mecanismos suficientes que consigan trascender los marcos del realismo capitalista fisheriano que nos sitúa bajo la conciencia de un capitalismo como único e indiscutible sistema mundial. La caída del muro de Berlín no trajo el fin de la historia, pero sí que permitió la expansión de un capitalismo sin ataduras que, poco a poco, fue engullendo todo atisbo de oposición ideológica hasta convertirse en un sistema hegemónico. 

En la actualidad, la histórica izquierda política, más proclive a reflexionar nuevas hipótesis contrapuestas y a trazar mapas para orientarnos, se muestra todavía incapaz de luchar y proyectar líneas alternativas de transformación sistémica, mucho menos de llevarlas a cabo. Hace unos días, Pablo Batalla reflexionaba en un tuit -con no pocas dosis de razón y, por ello, doloroso- acerca de la situación política de la izquierda actual. Como se podrá comprobar, las palabras son diferentes, pero el fondo no se aleja de aquel que envuelve la reflexión de Bob Pop:

Derrotado el movimiento obrero, la izquierda va regresando a su forma anterior a la aparición de aquel: una calderilla de partidos de notables republicanos. Buenas pero superficiales e ingenuas intenciones, una militancia censitaria y ejercida en banquetes y toneladas de vanidad.

— Pablo Batalla ??? (@gerclouds) April 3, 2024

La realidad es que el retroceso del apoyo electoral de la última década de las fuerzas políticas de izquierda ha sido devastador. Tras la crisis de 2008 y con algunos destellos fugaces de cierta esperanza, las opciones de izquierda han ido sistemáticamente cayendo en la medida que la reacción de los partidos ultraderechistas y sus postulados ganaban cada vez más espacios. Mientras esto sucedía, la crisis se anquilosó en la retina de nuestras vidas. No entendemos ya la realidad cotidiana sino en una constante sensación de alarma e incertidumbre que nos llena de temores y ansiedad. Si la política deja de dar respuestas a la frustración e indignación de millones de personas y si no hay una apuesta coherente y valiente por hacer viable una alternativa, no es casual que la cosecha de la antipolítica reaccionaria y el nihilismo se encuentren con un terreno fértil para brotar y florecer a placer. 

En consecuencia, las encuestas mundiales para las fuerzas de izquierda son desoladoras. Si alguien hace cierto seguimiento de las encuestas electorales, no solo de España, sino de Europa o de prácticamente cualquier país del mundo, podrá comprobar como todas las fuerzas políticas que pueden erigirse como alternativa a este sistema de libre mercado capitalista han caído estrepitosamente, desaparecido por completo o están en un avanzado proceso de desintegración. En aquellos países donde todavía existe una oposición -nominalmente de izquierdas- a los embistes de la derecha y la ultraderecha, ésta se muestra totalmente innocua y carente de iniciativa, como temerosa y cooptada por las influencias de la corriente reaccionaria que agita el mapa político mundial. 

En las últimas décadas las economías mundiales han crecido de manera espectacular en la medida que se incidía en la economía de mercado, sin traducirse por ello en una mejora notable de las condiciones de vida: la percepción generalizada es de empeoramiento del bienestar, encarecimiento del coste de la vida y la ansiedad de que en el futuro todo irá a peor. Todos los avances en derechos y libertades que trajeron el socialismo o el miedo al socialismo están desmoronándose. Resulta normal sentir la derrota si nuestro futuro y todos nuestros derechos parecen sostenerse en un ligero hilo lleno de parches y tiritas. No es descabellado que uno acabe por asimilar cierto grado de frustración y derrota ante la imposibilidad de acción política y su consecuente negación de la alternativa proyectada si, además, desde posiciones de conciencia de clase todas las mejoras sociales que uno anhela se van esfumando entre los escombros de una época donde todo aquello que una vez parecía realizable, parece destinado a no serlo jamás.

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Comentarios
  1. Alex dice:
    17/06/2024 a las 11:46

    La Canción Total, es de Héctor Arnau, del grupo Las Víctimas Civiles, muy bien interpretada por María Arnal y Marcel Bagés, pero es una errata que debe ser corregida por el autor. Saludos.

    Responder
  2. Pablo dice:
    20/04/2024 a las 10:49

    Eros, ¿Donde está la izquierda? . Yo no la encuentro.

    Responder
  3. María Reyero dice:
    17/04/2024 a las 08:50

    La definición de «la derecha» tendría que ser «l@s depredadores». Extorsionistas…
    Sin escrúpulos… Fariseos…

    Responder
  4. Carmen C. dice:
    15/04/2024 a las 18:16

    Uno de la izquierda de verdad:
    Hoy, 14 de abril, día de la República, conviene recordar que el rapero Pablo Hasel cumple 3 años en prisión. Mientras, el ladrón de Juan Carlos I está en una isla privada en Abu Dhabi con 2.000M€ de fortuna en negro. Los Borbones son unos ladrones. (fonsiloaiza)
    (en el vídeo del juicio parece como si la jueza estuviera bajo los efectos de algún alucinógeno. Olé las respuestas de Pablo)
    https://insurgente.org/pablo-hasel-cumple-hoy-tres-anos-en-prision/

    Responder
  5. Alfonso dice:
    15/04/2024 a las 11:00

    Llaman poner parches a liberar violadores.

    Responder
  6. Chorche dice:
    14/04/2024 a las 16:50

    MAÑANA SERA DEMASIADO TARDE PARA HACER LO QUE YA DEBIMOS HABER HECHO HACE MUCHO TIEMPO.
    Profético, sabio discurso de Fidel Castro en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo,1992, en Río de Janeiro.
    Fidel Castro alertaba a la Comunidad internacional, sobre los peligros que amenazaban la existencia de la especie humana en la Tierra. (vídeo 5 minutos)
    https://www.youtube.com/watch?v=-C_3gpSARV4

    Responder
  7. Armand dice:
    14/04/2024 a las 12:30

    La gente de izquierda, si le quedara un apice de verguenza, lo que debia hacer es disculparse por las k..gadas que han hecho y no solo decir que se siente pesimista. La » izquierda», especificamente el comunismo empezo a putearse cuando Lenin lo convirtio en una religion laica. Se acabo cuando Stalin y Hitler firmaron un acuerdo para repartirse Europa, y los pueblos europeos, como si se tratara de carroña a compartir por una jauria de lobos.
    La aparicion posterior de los Felipe Gonzales, gran condon de los mas corruptos politicos latinoamericanos, Solanas, el bombardeador de Belgrado, y otros, hasta llegar a Borrell, ya no deberia escandalizar a ningun » progre» , pues, ya no reprentan a ninguna progresia, son solo eso: condones de los banqueros.

    Responder
  8. Carmen C. dice:
    13/04/2024 a las 22:52

    No haremos la revolución por varios motivos: se ha perdido la ética y los valores de los viejos luchadores. Ahora mismo hay una guerra fría entre dinero y poder versus valores. En el bando que defiende los valores apenas hay luchadores. La dictadura capitalista nos ha hecho adictos al consumismo y a acumular bienes innecesariamente en detrimento de la lucha por los ideales de un mundo más justo.
    Este cambio yo lo vengo observando desde el empujón que le dieron a la URSS, el Judas Yeltsin mediante, y para rematar Tahtcher, la gran capataz de la dictadura capitalista en Europa. Mucha gente perdió la fe en sus ideales de izquierdas; pero no debían ser muy profundos. Y así poco a poco, la dictadura del capital sin rival alguno ha ido ganando terreno al tiempo que le hemos vendido el alma, nos ha despojado de valores y de voluntad para defenderlos.
    El consumismo es una adicción y más de medio planeta está enganchado a ella.
    Los pocos que salían a la calle a defender causas justas, con la ley mordaza y las fuerzas del sistema persiguiendo, imputando y encarcelando a antifascistas les han disuadido. No obstante no hace tantos años cuando las Marchas de la Dignidad de todo el estado español se encontraron en Madrid fue algo nunca visto de tantísima gente que concurrimos y además con un civismo ejemplar. Esto asustó al sistema y yo misma fui testigo de cómo al final del acto sin incidencias fueron las propias fuerzas del «orden» que empezaron a crearlas. Desde entonces que la represión ha ido en aumento.
    También hay que tener en cuenta que en este país sigue existiendo el fascismo sociológico porque aún no se ha hecho Verdad, Justicia y Reparación y la historia que conoce la gente es la que contaron los fascistas vencedores, ahora que los vientos soplan a su favor se reafirman tercamente en ella, no les falta Falsimedias y seres retorcidos bien pagados para divulgar patrañas, para envenenar la convivencia, para montar actos y manifestaciones que a la izquierda se le niegan o se les imputa.
    Ya lo decía Durruti: cuando la burguesía ve que su poder peligra saca el fascismo a la calle. Ahora no sólo está en España, está en todo Europa.
    A la poca gente de izquierda que queda, que realmente somos los convencidos, el sistema nos lo está poniendo más difícil cada día; pero no hay que desanimarse y hay que seguir luchando por los valores.
    Quién sabe que puede pasar mañana?

    Responder
  9. Francisco Javier dice:
    12/04/2024 a las 10:47

    La imagen que queda tras las negociaciones en las elecciones del parlamento europeo por parte de sumar es espantosa fompromiss,equo en Euskadi fuera de sumar (en resto del estado con sumar)con unidas podemos (menuda tela…. no entiendo)….la imagen quedan es la de mercenarios.En Valencia última hora compromisss aceptan ir con sumar por un puesto (dr lo contrarío por separado)menufa unidad de la izquierda.intereses económicos, una forma de trabajo,unas forma de tener cotización en la seguridad social y nómina…..
    Después veremos cómo alguno/a abandona con su acta bajo el brazo..

    Responder
  10. Gus dice:
    12/04/2024 a las 07:32

    Tal vez hoy la mejor herramienta para dar la batalla esté en el movimiento feminista, ya que enfrenta un imposible todavía mayor al realismo capitalista, el realismo patriarcal. Es decir, todavía parece más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del patriarcado y este reto sí que es esperanzador.

    Responder
  11. Chorche dice:
    11/04/2024 a las 22:26

    Me quedo con el comentario de E. Ramil:
    NO HAY CEREBRO.
    Sería muy conveniente saber a qué es debido. La tecnología tiene mucho que ver ya que la gente ha perdido el hábito de observar, de pensar, lo tienen todo programado, se han convertido en autómatas, en seres dirigidos..
    Y somos el pueblo, los pueblos, los que tenemos que echar a andar y marcarles el paso a los políticos para que nos sirvan a nosotros y no al capital que los arrastra con su descomunal fuerza.

    Responder
  12. E. Ramil dice:
    11/04/2024 a las 18:54

    Los partidos políticos que se hacen llamar de izquierdas, lo único que hicieron fue defraudar al ciudadano que creía en ellos. Y unido a esto, la información manipulada de la inmensa mayoría de los medios informativos, con ayuda de las inútiles redes sociales que es lo único que les preocupa a la mayoría de la poblacion( solo sirven a los que ya poseen el capital ) , junto con la gran ignorancia de los trabajadores, que no saben ni donde tienen la mano izquierda, ya que ,no es nada comprensible que votes a partidos que anulan tus derechos, te rebajan el sueldo, convirtiéndote en esclavo , que cada vez pagues más impuestos con nóminas de mierda, que comer y acceder a la vivienda, cada vez sea más complicado, la sanidad destruida, para beneficio de unos pocos, la apropiación indebida de los recursos naturales cada vez más en manos de unos pocos grupos privilegiados,etc. Y la mayoría de esta pandilla, vote a la derecha. Cuando no hay cerebro, no hay nada que hacer. Es increíble, que voten a partidos, que lo único que hacen es perjudicar su vida y beneficiar al capital.
    Y con gente así, está todo perdido, amen de que el que se sale del guión, pues la judicatura, echa más leña,( lawfare ) y la gente se lo cree, ya que es más importante tomarte la cañita y disfrutar del fútbol. Con estos rebaños, pocos pastores hacen falta.
    Y los partidos de izquierda que espabilen, porque no todo es un campo de rosas, ni todo maravilloso. Aún se necesita la fuerza para la batalla, la lucha , no se gana con buenas palabras ni con la mentira y la manipulación, campa a sus anchas, sin que las leyes, le pongan freno. Salvo a los de siempre, con la Ley Mordaza y partidos que defienden la protección del planeta, tachados de terroristas. Vomitivo.

    Responder

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